El impulso que ha llevado al ser humano a salir de su territorio y explorar nuevas rutas fue al principio un acto de pura supervivencia en busca de comida; sin embargo, el afán conquistador, la sed de riquezas o conocimientos y sobre todo, el amor por la aventura, fueron las verdaderas razones del hombre para lanzarse a mundos desconocidos, casi siempre sin garantías ni seguridad.
El valor de aquellos que en tiempos remotos se atrevieron a surcar los mares sin saber que había al otro lado es una de las características de estos exploradores, que fueron viajeros curiosos movidos por la ciencia, por la fe o por el sueño de la fama y la fortuna. Su ejemplo y sus experiencias nos siguen sirviendo de motivación para adentrarnos en lo que todavía desconocemos. Y tenemos todo el universo para demostrarlo.
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